
Un día Dios cansado de tantas desvaríos en su vida, vida que había dejado atrás por estar pendiente de construir destinos a vidas peores que la suya, decidió darle excitación a lo que hasta entonces se conocía como humanidad, humanidad aburrida, que cualquier situación “fuera de lo normal” creaba noticia o chisme, ¿pero qué no podría ser anormal en una suciedad sin identidad? Por eso, “tomó cartas en el asunto”, comenzando con un cambio de nombre: “perversión”, así denominó a la nueva biblia a la que ahora se enfrentaba.
Su objetivo principal consistía en instruir a sus siervos para que implementaran el dolor, el rencor, la avaricia y la crueldad en sus deseos más placenteros, tanto como el sexo. Desde el momento de su decisión, Dios comenzó a crear su propia vida, una vida nueva que se saliera de esos parámetros torpes y sin gracia, que seguramente a más de uno tenía envenenado, estaba cansado de escuchar a personas llorando y rezándole para que sus destinos cambiaran, esa fue su iniciativa al cambio, cambio que sólo una mente proliferada de humo contaminado y atrofiada por ruidos sin ritmo podría imaginar. Por fin llegó la hecatombe, casi que no, muchos pensantes creen que durante el tiempo que se tardó el cambio, murieron más infiltrados de aburrición que de “zonas geológicamente inestables” y otros tantos tuvieron la felicidad de sucumbir en el “tostamiento” que les causaba imaginarse en la privilegiada posición de Dios, claro está, estos últimos por lo general, eran fotógrafos o catadores frustrados. Pero a ninguno de esos tostados se le pasó por la cabeza que Dios era escritor.
La suciedad comenzaban a despertar de una pesadilla colectiva, y “Vê Dep”, comenzaba a escribir su vida. Y como vida no es vida sin tener un juguete de por medio, él no se quedó atrás. Motivazzjoni, un figurante extraño, de esos que por su facha plástica nadie percibe ni en un lento caminar, busca con una mirada ajena a seres desgraciados para ponerle un toque de agitación a sus ingenuas vidas. Este particular personaje nació de la imaginación de su dueño, el dueño de todos los que habitaban su mundo verde. Motivazz con el pasar de las trochas se fue convirtiendo en la realidad para muchos entes que dejaban pasar su vida sucumbiéndose entre las costumbres y la perfección. En este mundo verde, sin fondo, sobreviviente de la imaginación caminaban las personas entre deseos de otros, pensamientos carnales que muchas veces se esfumaban como el humo, pero que inevitablemente alimentaban el entorno. Era un mundo precoz. Motivazzjoni era la representación exacta de ese infinito, un personaje que en sus pasos dejaba hormonas volando que se nutrían de sus oscuras tendencias. Mientras caminaba le inyectaba a sus vecinos energía clandestina que lo convertían en una realidad única basada en la obsesión.
Esa era su mayor cualidad: la capacidad de obsesionar a la gente por situaciones aparentemente sombrías. “Motivazz” no respetaba sexo, edad ni religión, sus víctimas siempre eran escogidas dependiendo de su estado de ánimo. Motivazzjoni era un pesante, calculador, olía a azufre cuando estaba excitado. Por lo general se vestía de verde para camuflarse entre el fondo, pocas personas lo veían, por eso él mismo planeaba el encuentro con sus venerados. A sus víctimas las ahogaba en situaciones que ellos mismo no les encontraban salida, muertes prematuras por deseos insatisfechos fueron sus mayores resultados. Mujeres, hombres, niños, niñas, musulmanes, islamistas, en fin, él no tenía preferencias, su único objetivo era divertirse, se fascinaba con la sangre y las lágrimas, con las rodillas y las muñecas de los brazos, lugares del cuerpo que sufrían más con su presencia. Siempre enamoraba a seres con los que disfrutaba horas de locura, de burbujas, de verde. Después se perdía entre la imaginación de ese ser a quien intervenía, dejándolo loco, mientras recordaba si había sido un sueño o una realidad intangible. La venganza se convirtió en símbolo de pasión y los sadomasoquistas fueron más felices. Mientras tanto Vê Dep reía y reía, él también disfrutaba de sentir, oler y ver el dolor.
Estaba maravillado con ese invento que estaba revolucionando su vida, que por fin le había puesto un tinte de color (verde) a su existencia nula que todos se acordaban de él pero que pocos lo tenían presente. Motivazzjoni también tenía miedo a desaparecer, aunque él inyectaba dosis fuertes de cianuro a sus víctimas, siempre tenía presente que la imaginación va fluyendo y que fácilmente Vê Dep podría aburrirse de esta historia y comenzar a escribir una nueva. Por eso, aprovechó sus instintos al máximo, haciendo sufrir a cuanto sujeto le dieran ganas, ese era su lema, “dejarse guiar por las ganas”. La razón desapareció por completo del vocabulario de las personas que habitaban ese mundo verde, cada quien se imaginaba su propio entorno. Así todos fueron un poco más felices mientras sufrían ya que el amador de ellos estaba descompuesto desde el momento en que se internaron en este mar de fantasía.
La rutina también desapareció, ya que el dolor no acostumbra a nadie, algunas veces es más fuerte y otras veces es tolerable, pero siempre termina enloqueciendo a alguien, y ese alguien en su locura comienza a ser un creativo de su propio invento, de su entorno. Verde y Motivazzjoni, duraron poco porque su creador en medio de tanta esquizofrenia estaba perdiendo la imaginación y se estaba convirtiendo en un dictador perfecto y la perfección lo aburría, Vê Dep cerró este capítulo y comenzó a escribir uno nuevo.