lunes, 7 de septiembre de 2009

Un olor a azufre de color verde


Un día Dios cansado de tantas desvaríos en su vida, vida que había dejado atrás por estar pendiente de construir destinos a vidas peores que la suya, decidió darle excitación a lo que hasta entonces se conocía como humanidad, humanidad aburrida, que cualquier situación “fuera de lo normal” creaba noticia o chisme, ¿pero qué no podría ser anormal en una suciedad sin identidad? Por eso, “tomó cartas en el asunto”, comenzando con un cambio de nombre: “perversión”, así denominó a la nueva biblia a la que ahora se enfrentaba.


Su objetivo principal consistía en instruir a sus siervos para que implementaran el dolor, el rencor, la avaricia y la crueldad en sus deseos más placenteros, tanto como el sexo. Desde el momento de su decisión, Dios comenzó a crear su propia vida, una vida nueva que se saliera de esos parámetros torpes y sin gracia, que seguramente a más de uno tenía envenenado, estaba cansado de escuchar a personas llorando y rezándole para que sus destinos cambiaran, esa fue su iniciativa al cambio, cambio que sólo una mente proliferada de humo contaminado y atrofiada por ruidos sin ritmo podría imaginar. Por fin llegó la hecatombe, casi que no, muchos pensantes creen que durante el tiempo que se tardó el cambio, murieron más infiltrados de aburrición que de “zonas geológicamente inestables” y otros tantos tuvieron la felicidad de sucumbir en el “tostamiento” que les causaba imaginarse en la privilegiada posición de Dios, claro está, estos últimos por lo general, eran fotógrafos o catadores frustrados. Pero a ninguno de esos tostados se le pasó por la cabeza que Dios era escritor.


La suciedad comenzaban a despertar de una pesadilla colectiva, y “Vê Dep”, comenzaba a escribir su vida. Y como vida no es vida sin tener un juguete de por medio, él no se quedó atrás. Motivazzjoni, un figurante extraño, de esos que por su facha plástica nadie percibe ni en un lento caminar, busca con una mirada ajena a seres desgraciados para ponerle un toque de agitación a sus ingenuas vidas. Este particular personaje nació de la imaginación de su dueño, el dueño de todos los que habitaban su mundo verde. Motivazz con el pasar de las trochas se fue convirtiendo en la realidad para muchos entes que dejaban pasar su vida sucumbiéndose entre las costumbres y la perfección. En este mundo verde, sin fondo, sobreviviente de la imaginación caminaban las personas entre deseos de otros, pensamientos carnales que muchas veces se esfumaban como el humo, pero que inevitablemente alimentaban el entorno. Era un mundo precoz. Motivazzjoni era la representación exacta de ese infinito, un personaje que en sus pasos dejaba hormonas volando que se nutrían de sus oscuras tendencias. Mientras caminaba le inyectaba a sus vecinos energía clandestina que lo convertían en una realidad única basada en la obsesión.


Esa era su mayor cualidad: la capacidad de obsesionar a la gente por situaciones aparentemente sombrías. “Motivazz” no respetaba sexo, edad ni religión, sus víctimas siempre eran escogidas dependiendo de su estado de ánimo. Motivazzjoni era un pesante, calculador, olía a azufre cuando estaba excitado. Por lo general se vestía de verde para camuflarse entre el fondo, pocas personas lo veían, por eso él mismo planeaba el encuentro con sus venerados. A sus víctimas las ahogaba en situaciones que ellos mismo no les encontraban salida, muertes prematuras por deseos insatisfechos fueron sus mayores resultados. Mujeres, hombres, niños, niñas, musulmanes, islamistas, en fin, él no tenía preferencias, su único objetivo era divertirse, se fascinaba con la sangre y las lágrimas, con las rodillas y las muñecas de los brazos, lugares del cuerpo que sufrían más con su presencia. Siempre enamoraba a seres con los que disfrutaba horas de locura, de burbujas, de verde. Después se perdía entre la imaginación de ese ser a quien intervenía, dejándolo loco, mientras recordaba si había sido un sueño o una realidad intangible. La venganza se convirtió en símbolo de pasión y los sadomasoquistas fueron más felices. Mientras tanto Vê Dep reía y reía, él también disfrutaba de sentir, oler y ver el dolor.


Estaba maravillado con ese invento que estaba revolucionando su vida, que por fin le había puesto un tinte de color (verde) a su existencia nula que todos se acordaban de él pero que pocos lo tenían presente. Motivazzjoni también tenía miedo a desaparecer, aunque él inyectaba dosis fuertes de cianuro a sus víctimas, siempre tenía presente que la imaginación va fluyendo y que fácilmente Vê Dep podría aburrirse de esta historia y comenzar a escribir una nueva. Por eso, aprovechó sus instintos al máximo, haciendo sufrir a cuanto sujeto le dieran ganas, ese era su lema, “dejarse guiar por las ganas”. La razón desapareció por completo del vocabulario de las personas que habitaban ese mundo verde, cada quien se imaginaba su propio entorno. Así todos fueron un poco más felices mientras sufrían ya que el amador de ellos estaba descompuesto desde el momento en que se internaron en este mar de fantasía.


La rutina también desapareció, ya que el dolor no acostumbra a nadie, algunas veces es más fuerte y otras veces es tolerable, pero siempre termina enloqueciendo a alguien, y ese alguien en su locura comienza a ser un creativo de su propio invento, de su entorno. Verde y Motivazzjoni, duraron poco porque su creador en medio de tanta esquizofrenia estaba perdiendo la imaginación y se estaba convirtiendo en un dictador perfecto y la perfección lo aburría, Vê Dep cerró este capítulo y comenzó a escribir uno nuevo.

Caminar Céntrico


Son las 6:32 de la tarde, estoy de pie en una de las tantas calles del Centro de Medellín, aunque es hora pico, en el lugar donde me encuentro la bulla no llega directamente y los sonidos se distorsionan antes de invadir mis oídos. Mis pies comienzan a dar pasos y mientras más camino, todo se convierte en una unidad de sentidos que cuando llegan a mi cuerpo aceleran el tiempo. Una acera sobrepoblada me indica que estoy en contravía, mi movimiento se ve interrumpido entre las personas, hay constantes choques entre los hombros, pero se convierte en costumbre que ya ni incomodan porque así es el transitar en estas calles.


Estoy parada en la avenida La Playa en el centro comercial Coltejer, la cantidad de luces y sonidos hacen del lugar una fiesta que no respetan ni día, ni hora. Es Lunes, apenas comienza la semana y en la cara de las personas se refleja la cotidianidad de sus vidas. Desde aquí, donde estoy parada, puedo ver la alegría conjunta en las esquinas, aceras, en fin en todo lugar. Los casinos iluminan y se vuelven un lugar de distracción para quienes acaban de salir del trabajo o del estudio, estos establecimientos comienzan a ser parte del día a día de quienes paseamos en el Centro. Que cantidad de olores, por cada paso que doy, siento una combinación extravagante que despiertan mis sentidos, un olor a mango con limón y sal me hace sentir un deseo infinito por saborear ese olor que de inmediato me transporta a una larga infancia que no se ha querido ir y que constantemente me recuerda a esta niña que poco a poco se quiere salir de mi cuerpo.


Unos pasos más y el olor penetrante a berrinche, me instruye que camine más rápido para alejarlo de mí, de repente llego a la fritanga y el hambre despierta forasmente como si durante estos minutos se estuviera escondiendo de una manera forzada, y en menos de 30 segundos los sentidos ignoran el olor a orines que acaban de rechazar sin pensarlos dos veces. Así es el centro, tal vez así sea esta Ciudad, llena de contrastes, que no necesita largas cuadras para ver las diferencias, y que lastimosamente tiene memoria a corto plazo que olvida fácilmente lo malo y que ignora lo que no le sirve.

Día a medias


Ojos que se pierden en el atardecer, visión que se nubla a la hora exacta…Días sin horas, hora sin sombra, ¿Sombra?, cómo que sin sobra, sí ella es nuestra fiel acompañante, es quien camina al lado de nosotros sin molestarnos, es una luz callada que siempre está pero que no necesariamente la vemos, los otros tal vez sí…en fin…cuerpo cansado que ya no la extraña, porque sabe que a esta hora justamente ella descansa mientras nuestra vida nocturna comienza, un cuerpo cansado de la monotonía del día, que espera justamente a esta hora con todas las ansias pero teniendo muy presente que rápidamente será otra mañana. Una Ciudad que sin sol pierde el sentido del tiempo, si una mañana está nublada y el sol no aparece, creemos que son a penas las 8 am, pero mientras estamos encerrados en aulas u oficinas, el tiempo sigue corriendo hasta llegar nuevamente a las 6 de la tarde, de la noche o ¿De qué? A las seis comenzamos de nuevo, han pasado muchas horas desde que nos levantamos, pero a esta hora nuevamente nos despertamos para beber un derroche de libertad que siempre llega a esta hora, hora en que salimos a vivir.


El 6 es un número que está condenado al desprecio, pero realmente éste nos da la libertad que siempre añoramos. Un número con tapujos, mitos, un número con sentido contrario o no, tiene un significado más allá del numérico, un significado simbólico y atroz que nos lleva en ocasiones a sentir miedo. Paradójicamente falta 15 minutos para las seis, no de la mañana, de la tarde o de la noche, como quieran llamarlo, él siempre está abierto desprecios o afectos, ya que no puede hablar, por eso el seis es para cada quién como lo quiera ver o sentir. Satisfactoriamente las seis tiene varios recibimientos según el día: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado o domingo, como es hoy. Hoy hay silencio, escucho levemente el sonido de un televisor lejano que en ocasiones se le sube el volumen, lentamente mis ojos comienzan a ver diferentes, a veces siento que a esta hora pierdo un poco de visión ya que se me dificulta reconocer las cosas a medianas distancias, a esta hora todo es a medias, no es ni día, ni noche, no hay suficiente luz, pero tampoco hay una oscuridad completa, todavía no llega la fiesta, ni el trabajo, no es ni mañana, ni tarde.

El tiempo sin zapatos


El tiempo nos muestra caras que no queremos conocer, el tiempo oculta máscaras y llena vacíos con vicios, el tiempo camina sin zapatos y cuando menos pensamos nos damos cuenta de lo mucho que hemos recorrido sin dejar huellas. ¿Qúe tan importantes son los zapatos para el tiempo?, digo zapatos refiriéndome a ese sonido que hacen los zapatos cuando los llevamos puestos al caminar, sin embargo no me refiero a lo físico, si no a la interioridad que deja ese sonido en nuestras mentes, es como cuando alguien camina descalzo no nos damos cuenta de sus pasos, por eso nos asustamos al encontrarnos en medio del corredor de la casa a alguien por ejemplo, pues no lo percibíamos. En cambio, cuando alguien lleva tacones, botas, tenis, sandalias, sin importar el tipo de zapato, siempre hace sonidos, ese sonido nos despierta sentidos, el de percibir.

El tiempo muchas veces se convierte en un ser sin zapatos, a eso me refiero, muchas veces caminamos y no nos damos cuenta de que está, que sigue pasando y que sigue contando en nuestras vidas, es así como cuando alguien se va, cuando algo se esfuma, cuando una etapa termina que nos ponemos a pensar, en lo mucho que el tiempo marca, en las costumbres que nos dejó plasmado y que necesariamente hay que intentar dejar atrás. El tiempo no debería marcar costumbres, el tiempo debería caminar siempre con zapatos para darnos cuenta en el momento en que se los va a quitar para que el impacto de su pérdida no fuera como un frenesí sin sin sonrisa.

Pobre esta tierra


Me lamento todos los días al ver como progresa el mundo negativamente frente a lo natural, culpables de esta situación: nuestros malos hábitos. Somos seres diferentes, con oficios distintos, con metas cambiantes y rumbos heterogéneos. Pero la mayoría de nosotros tenemos un parecido nocivo, y es el mal gasto en exceso, contribuyendo al deterioro del planeta.


Qué lastima, tanto que este nos da y tan poco que le retribuimos, es inconcebible para la “madre tierra” que la utilicemos tan abusivamente ¿Hasta cuándo vamos a pensar en el limbo?, ese que no nos deja nada, en el que pintamos un mundo maravilloso, todo color de rosa. Qué equivocados estamos, porque finalmente vamos a perder la naturalidad, lo que nos parece deslumbrante pero que no cuidamos, esos espacios en los que hemos decidido construir y/o habitar quitándole su casa a la naturaleza. Esa a la que un día tanto vamos a necesitar.

lunes, 31 de agosto de 2009

Artista artificial, artista cotidiano


El mundo en general se ha convertido en una sociedad “inculta” (poco cultivadora del arte, refiriéndome a arte como lo que ejercemos diariamente, como comunicamos) donde este se malinterpreta intencionalmente por entes políticos o subversivos, que logran acaparar la libertad artística y que además se ha limitado a medir su desarrollo a partir de lo económico, es difícil lograr que los artistas (podemos ser todos) seamos valorados por lo que comunicamos, de hecho muchas veces se nos denomina como facilistas, sin embargo nuestro quehacer ayuda a trasformar los pensamientos, esas mentalidades contaminadas por lo bastardo que ha creado el hombre. Nuestra mano de obra debe crear libertad, trasmitir conocimiento y permitir diversidad.

Hay varios conceptos fundamentales que se deben utilizar para crear una rigurosa obra de arte: analizar, ir más allá de la percepción, organizar las ideas, interpretar, tomar decisiones de enfoque sin crear una delimitación de éste, dar sentido a las cosas; pero puedo decir que me parece el concepto más importante, no tener juicios morales, no dejarse llevar por lo que pienso o creo, ya que asimismo nos creamos una restricción, no sólo a nosotros, también a la sociedad que visualiza o escucha nuestras creaciones. Es así como muchas veces nos abstenemos de apreciar la diversidad, porque nos quedamos en la idea de belleza, la idea superficial que olvida la esencia, el mensaje y lo interior de una obra de arte.

Hay que ser racional artísticamente, no privar a los demás de ver el mundo desde otros puntos de vista, se trata de no cegar a los demás con nuestro único y “limitado” conocimiento, ya que nos podemos conocer todo. Se trata de expandir menten.

lunes, 17 de agosto de 2009

Un cantante entre las reces y cerdos

Pitos de carros, muchas personas hablando, palomas por doquier, lechugas, flores, camiones pequeños. He llegado, estoy en la Placita de Flórez. Si no fuera porque tiene un letrero grande donde dice su nombre, nunca hubiera imaginado que es ella, la confundiría con un colegio, sus paredes amarillas mostaza y verde me recuerdan a esos colegios tradicionales antes de entrar a la jornada, donde la gente se reúne a hablar fuera de las instalaciones haciendo trancones de personas y dificultando el ingreso a estos.

La entrada, que a la vez es un parqueadero, de la Placita me parece graciosa, hay más palomas que personas, parece como si estos tradicionales aves que nos encontramos todos los días en las mañanas, fueran los mayores clientes de este lugar, algunas están en el suelo picoteando las migas de verduras y buñuelo que se les caen a las personas que transitan por ahí y otras se encuentran amontonadas en los alambrados de luz como si esperan algo más digno.

Camino por sus pasillos laterales y los locales de flores, misceláneas, y verduras marcan la parada. Hay un olor que no me deja concentrar y adentrarme en el aroma relajante de las esencias florales, es ese olor a carne, a crudo, y claro, me encuentro con varias carnicerías en el camino, no entiendo porque todas se encuentran en el centro, es como si tuvieran en una sección exclusiva para las carnes, caminar por allí no es tan agradable a mi olfato y por supuesto a mi vista, los cerdos y las reces descueradas y ese tinte rojo que nada se parece al de la pasión me crea un poco de fastidio, me lo encuentro más de lo deseado.

Durante el recorrido de repente escucho una voz muy afinada, retrocedo y me guío por el sonido. Llego a la carnicería “Los Progresistas”, encuentro a Albeiro, quien mientras corta un brazuelo de res, entona un tango, a su alrededor hay tres personas que como yo quieren escuchar esa voz que tanto llama la atención y de nuevo me hago otra pregunta ¿Porqué Albeiro habrá decido ser carnicero y no cantante?, no quise preguntárselo, porque concluí que tal vez estas son sus dos pasiones y definitivamente este lugar es el escenario perfecto para desarrollar sus dos facetas.

Naturaleza de Cemento


No caminan, no escuchan, no sienten, no tienen afán, al contrario su vida es esperar, esperar a que alguien llegue, quiera atar sus zapatos y así acariciarlos con la suela o tan siquiera que un transeúnte se tropiece con ellos para poder tener algún tipo de contacto o cariño.

Los bolardos son seres que no tienen ser ni alma, ni siquiera piensan, su función: soportar cadenas que demarcan linderos entre la cera y los almacenes, van mostrando el camino a seguir, pero los de Carabobo ni su función cumplen, no hay cadenas que carguen ni hay camino fijo a seguir, ellos están ahí como un adorno que hace parte de nuestra naturaleza, esa que dejó de ser montañas y pastos por convertirse en almacenes de ropa o electrodomésticos.

Ellos son nuestros soldados occidentales, parecen rusos, así de quietos y serios, no saludan, no le dicen piropos a cualquier mujer que anda por ahí como acostumbran hacer nuestros celadores y soldados, muchas veces ni los percibimos, son de tamaño pequeño, pero su historia parece ser grande. Sus arrugas y falta de maquillaje en algunas partes de su cuerpo muestran que más de uno ha descargado su rabia con ellos y sus partes oxidadas representan la carga de estar durante años bajo sol y agua.

Su belleza geométrica, parecidos a huevos alargados verde militar hace parte de la modernización de Medellín, una generación hermana de las famosas pirámides de la Avenida Oriental. Ahora todo es de metal o cemento, hemos dejado atrás nuestro paisaje verdadero, los árboles y las plantas ya no tienen la libertad de crecer y crecer, ya no interactúan entre ellos mismos, siempre están cercados o delimitados por algún material extraño a ellos, impropio.

Las canecas y las casetas metálicas vienen de la misma familia, la material, fueron puestas para que la Ciudad se viera más ordenada, más limpia, pero hasta los grillos están confundidos, ¿Será que ellos creen al igual que nosotros, que eso es naturaleza, que es más bonito?, ni idea. Pero el grillo parado en la caneca parecía confundido tal vez no entendía porque la textura de donde se encontraba era diferente al del pasto, no entendía porque el reflejo del sol alumbraba tanto, no entendía porque sus patas comenzaban a quemarse. Las cosas han cambiado.

La cotidianidad de Medellín es cada vez más gris y no sólo por los fuertes aguaceros de los últimos meses ni por las nubes amenazantes de todos los días, tampoco por la contaminación que ya comienza a notarse, nuestra ciudad está gris de tanto “modernismo”, de esos que creen que la belleza está en la sobriedad, de esos que han olvidado que somos un país colorido, lleno de aves y contrates. El país de la papaya y la granadilla, de las frutas más exóticas y de los pocos que todavía tienen selvas. Medellín es una ciudad que quiere ser verde.

Pintando los colores, alterando la cotidianidad


Está claro que el concepto de muralismo ha cambiado mucho a través de los años, de la idealización de arte que trajo Pedro Nel Gómez en 1934 muy poco queda, el muralismo condicionado por lo que se cree es la estética, muy pocas personas lo ejercen y cuando lo hacen es en un lugar cubierto, en exposiciones, eventos o restaurantes, pero el muralismo callejero, el que pintan los artistas que no reciben nada a cambio no tiene límites, en cambio se desborda de acuerdo a la imaginación de cada uno, sin parámetros ni enfoques, sólo plasman lo que su interior quiera publicar. Es un arte con libertad, no tanta como ellos quisieran porque todavía, en pleno siglo 21 las personas creen que pintar en muros es vandalismo pero muchos artistas se han dedicado a mostrarle a la gente que no es un acto clandestino.

Camilo Monsalve se levanta a las 8:00 am para salir a pintar el muro de San Ignacio, en pleno Centro de la Ciudad. Acostumbra salir los domingos en las mañanas para que la gente deje de creer que el arte urbano es un acto vandálico, además porque ese día y a esa hora los transeúntes son pocos y los policías también, así que hay menos probabilidades de que interrumpan su hobby. Más que un pasatiempo, pintar muros se convirtió en una necesidad, se desahoga, se olvida de su cotidianidad. A las 9:00 de la mañana se encuentra con un amigo que lo acompaña a pintar, el muro está un poco rayado por otros artistas, pero todavía queda espacio para las pinceladas de Camilo y la Plaga.

El sector está casi solo, muy pocos transeúntes pasan de forma esporádica, Didier, un señor de 42 años que vive en la calle, se hace a un lado de Camilo y La Plaga, entre su hablado corrido transformado por el licor que tomó durante la noche anterior le agradece a los artistas que hayan llegado a adornar esa pared que según dice es de su casa. Didier está feliz porque tan siquiera ellos le están dando color a su vida.

No siempre pasa lo mismo, La Plaga cuenta que muchas veces, la gente les grita “desocupados”, “más desocupados ellos que esfuerzan su voz con un insulto”, dice entre risas La Plaga. Esta mañana nadie ha reprochado la manera de expresarse de estos artistas, las personas que pasan (diferente a Didier) han sido indiferentes con la obra de arte, ni insultos, ni policías y sólo un alago. Camilo ya está acostumbrado y prefiere que eso pase “de todas maneras esto queda aquí todos los días, entonces habrá muchos a quien les guste y otros a los que no, de todas maneras alteramos la cotidianidad de ellos”.

El silencio acompaña la pintada, la concentración de Camilo y La Plaga demuestra que para ellos pintar muros es como un retiro espiritual, no hay cervezas ni vino, en el suelo sólo hay pinturas, aerosoles y pinceles. Durante la tarde los transeúntes van aumentando, algunos curiosos se quedan observando por unos minutos mientras cada trazo deja un color en el camino, son las 3:00 pm y el sol comienza a dar paso a nubes grises y amenazantes truenos.

Va oscureciendo por la lluvia que se avecina y por la tarde que comienza a caer, Camilo y La Plaga durante las siete horas que pintaron, pocas veces hablaron ni siquiera percibían mi presencia ni la de la gente que pasaba. Didier se fue y se llevó el único alago que les hicieron durante la jornada. Camilo, La Plaga y yo nos vamos a coger Metro, cada uno se dirige a su casa a descansar después de una larga mañana y tarde.

Mano de Arte


La Capilla, un espacio de la Universidad Nacional de Medellín que está en la Facultad de Artes Plásticas, los mismo estudiantes la comparan con la Capilla Sixtina donde se le daba el espacio a grandes artistas como Miguel Ángel para que en sus pinceladas plasmara dibujos alusivos a la religión, sin embargo, la Capilla de la Universidad no tiene nada que ver con lo clérigo, al contrario, como Daniel Pérez (estudiante de Artes Plásticas de dicha Universidad) lo define “es un parche que nosotros mismo creamos, aquí antes no había nada, sólo una estructura ovalada, pero nosotros le metimos sabor, aquí nos parchamos todos los días y por ahí una vez por semana pintamos lo que queramos, para eso es este espacio”.

La Capilla es un lugar con una saturación artística que en vez de hastiar la vista nos adentra a un mundo surrealista e imaginario al que nunca se le agota el espacio para el arte: “cuando veamos que ya no queda ni
un centímetro sin pintar comenzamos con el suelo”, dice Juan Sebastián, compañero de Daniel.. Hace poco al lugar le agregaron música, una batería en reciclaje creada por canecas, palos y un poco de madera que ellos mismo crearon.

jueves, 2 de abril de 2009

El día a medias

Ojos que se pierden en el atardecer, visión que se nubla a la hora exacta…Días sin horas, hora sin sombra, ¿Sombra?, cómo que sin sobra, sí ella es nuestra fiel acompañante, es quien camina al lado de nosotros sin molestarnos, es una luz callada que siempre está pero que no necesariamente la vemos, los otros tal vez sí…en fin…cuerpo cansado que ya no la extraña, porque sabe que a esta hora justamente ella descansa mientras nuestra vida nocturna comienza, un cuerpo cansado de la monotonía del día, que espera justamente a esta hora con todas las ansias pero teniendo muy presente que rápidamente será otra mañana.
Una Ciudad que sin sol pierde el sentido del tiempo, si una mañana está nublada y el sol no aparece, creemos que son a penas las 8 am, pero mientras estamos encerrados en aulas u oficinas, el tiempo sigue corriendo hasta llegar nuevamente a las 6 de la tarde, de la noche o ¿De qué?
A las seis comenzamos de nuevo, han pasado muchas horas desde que nos levantamos, pero a esta hora nuevamente nos despertamos para beber un derroche de libertad que siempre llega a esta hora, hora en que salimos a vivir.
El 6 es un número que está condenado al desprecio, pero realmente éste nos da la libertad que siempre añoramos. Un número con tapujos, mitos, un número con sentido contrario o no, tiene un significado más allá del numérico, un significado simbólico y atroz que nos lleva en ocasiones a sentir miedo.
Paradójicamente falta 15 minutos para las seis, no de la mañana, de la tarde o de la noche, como quieran llamarlo, él siempre está abierto desprecios o afectos, ya que no puede hablar, por eso el seis es para cada quién como lo quiera ver o sentir.
Satisfactoriamente las seis tiene varios recibimientos según el día: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado o domingo, como es hoy.
Hoy hay silencio, escucho levemente el sonido de un televisor lejano que en ocasiones se le sube el volumen, lentamente mis ojos comienzan a ver diferentes, a veces siento que a esta hora pierdo un poco de visión ya que se me dificulta reconocer las cosas a medianas distancias, a esta hora todo es a medias, no es ni día, ni noche, no hay suficiente luz, pero tampoco hay una oscuridad completa, todavía no llega la fiesta, ni el trabajo, no es ni mañana, ni tarde.

sábado, 14 de febrero de 2009

Mirada íntima

¡Tan difícil ser gato! ¡Tan difícil ser negro! ¡Tan difícil ser ambas cosas! Para mi desgracia soy gato, negro y no tengo amo, soy lo que la gente quiera ver en mí; los supersticiosos creen que soy el Demonio; los indigentes no me quieren cerca porque creen que les voy a quitar la comida; y las prostitutas, ellas son mis mejores amigas, porque en su soledad lo comparten todo conmigo, algunas me han llevado a dormir a su casa para ahuyentar las ratas, mientras que otras dejan pasar los minutos acariciándome mientras se fuman un cigarro en sus cortos descansos.
Apenas comienza mi día o mi noche, no sé, está nublado, un sol discreto anuncia la llegada de una noche lluviosa y fría como es costumbre por estos días en la Ciudad. Esta tarde que apenas termina se despide con un poco de diluvio refrescando el ambiente sofocante que se respira en el Centro de Medellín. Espero ansioso el abrazo de la oscuridad quien viene como una sombra. Ella es con quien me fusiono, ¡Ah si no existiera la noche yo no sería nada! Mientras regresa me refugio en una de las tantas construcciones de esta Ciudad.
Me gusta este lugar, aquí en el Centro es fácil encontrar comida, hay tantas alcantarillas, construcciones y calles destapadas que dejan al descubierto las guaridas de las ratas. Como las alcantarillas son cada vez más sucias y los humanos las llenan de basuras, a mi alimento preferido le toca salir en busca de otras madrigueras y esto facilita mi trabajo de caza.
Esta Ciudad cambia cada vez más, hace varios años podía percibir infinidad de olores en un solo momento: fritanga, licor, drogas, sudor, indigencia, agitación; ahora solo huele a polución y asfalto. Lo que hace más difícil la búsqueda de otros alimentos diferentes a las ratas.
La evolución y el progreso de Medellín han truncado mi pasatiempo favorito, ahora son más escasos mis paseos por los tejados, pues cada vez los edificios son más altos y se convierten en verdaderos rascacielos.
Ya es hora de salir, llegó la noche, la oscuridad, por fin puedo contemplar la Ciudad desde su punto más extasiado. Camino entre la gente, muchas personas no me ven, y esa es mi gran habilidad, que soy tan ágil que puedo pasar sin ser percibido, igual creo que aquí todas las personas están en su cuento, algunos fumándose hasta los dedos, otros tomando unas cervecitas, algunas (mis preferidas) esperando que llegue cualquier man con ganas para poder ganarse unos pesitos, y yo un habitante no ciudadano de Medellín me la paso esperando una gatica o una ratica, cualquiera de las dos me sirve, a veces prefiero a la gatica, eso depende de cuánto tiempo pase con mis mejores amigas viendo lo que hacen, pero en estos momentos sólo voy en busca de comida, la verdadera, la que llena la panza y no el corazón.
Todavía es temprano, creo, la Ciudad está con mucho movimiento, algunos señores apenas están sacando su utilería para vender, los indigentes están sentados en cualquier acera pidiendo una moneda o un pan, las niñas de todos los días apenas están saliendo del colegio, los buses están en su mejor momentos, en el que más los utilizan, no sé quiénes se ponen más contentos, los dueños de los buses por toda la plata que les entra a esta hora o los propios buses porque reciben calor humanos todo el tiempo, aunque sinceramente a mí eso no me hace falta, me basta con el que me dan las “fufu” de vez en cuando.
Lo que me gusta a esta hora es que todavía puedo acariciar la ropa que cuelgan los vendedores entre canecas gigantes, me gusta el olor a no usado pero con mucho recorrido, ese olor que se dispersa un poso toda esa contaminación que acompaña a Medellín.
Por mi capacidad auditiva podría quedarme sordo con la combinación de ruidos que hay en este sector de la Ciudad, los pitos de los buses, taxis y carros particulares, los gritos de los vendedores ambulantes ofreciendo sus productos, los señores que por medio de micrófono avisan loterías y los eventos que van a llevar a cabo en dicho lugar, sin embargo hay un sonido que me ahuyenta de todos los anteriores. Me quedo concentrado en lo hermoso que toca el saxofón aquel señor moreno y con gran presencia que se ubica todos los días en la misma calle, no sé el nombre del lugar donde se sitúa pero su sonido siempre me lleva allí antes de ir a buscar mi presa. Me he dado cuenta que en todos los años que llevo aquí, es de los pocos humanos que no evado, creo que es porque su música me da confianza y paz en un sector donde esto es casi imposible encontrar.
Después de unos minutos continúo mi camino, me meto entre la poca naturaleza que sobrevive en esta metrópolis, uno que otro arbusto y ya, porque ahora los árboles están al mismo nivel de los rascacielos y me queda imposible montarme, procuro pasa por donde me gusta, siempre y cuando los humanos me lo permitan porque cada vez son más impacientes con nosotros los animales. Yo ya no le presto atención a las personas.
Un parque, siento el olor a hierba, escucho voces, hay muchas personas, el ambiente me transporta a un sueño, un descanso diferente que hace que me eleve, sólo pienso en comer, muchas veces comienzo a tener fantasías, corro detrás de ratas que nunca han estado, me vuelvo un espectáculo para las personas, escucho sus risas que alaban mi locura, con los días me he vuelto más sensible a los olores, sobre todo en este sector, “el Parque del Periodista”, así lo llama.
Mi recorrido siempre tiene un objetivo: encontrar mucha comida, algunos días lo logro, otros como hoy prefiero quedarme en el intento, oliendo y escuchando, aquí las personas no me molestan, sólo me aplauden, pocos gatos se atreven a venir a este lugar porque temen enamorarse de él. Yo ya lo hice y muchas de mis noches he preferido quedarme en el “Periodista”, corriendo detrás de sueños y esperando a que una ratica se aparezca y deje atraparse.

¿Nuestra madre es la tecnología?

La evolución es un proceso constante, nunca dejamos de evolucionar ya que el hombre es un ser cambiante que siempre está adaptándose a un entorno, contexto o ambiente, es decir, cambiar es evolucionar y adaptarse también.
La evolución tecnológica viene desarrollándose desde que el animal se convierte en humano, ya que fue gracias a la adaptación que somos lo que somos, es decir, desde que el homo sapiens, el neandertal, etc., tuvieron que adaptarse a un contexto, vieron la necesidad de crear herramientas y fui allí el comienzo de esta importante evolución.
Las herramientas fueron creadas porque el cuerpo del hombre no era capaz de conseguir todo lo que era necesario para sobrevivir, sobre todo para cazar, ya que para matar grandes animales que eran muchos más fuertes que el poder humano, por eso era necesario algo que los hiriera, y fue ahí cuando se comenzaron a inventar astas, palos con filo, después, cuchillos, y posteriormente armas de fuego.
Después de que el hombre se dio cuenta que las herramientas eran más prácticas y le brindaban comodidad, comenzó a involucrar la economía y el comercio, es decir, se empezaron a vender estas herramientas a costosos precios. Es por esto que el hombre tuvo la posibilidad de adquirir más y cada vez se volvía más ambicioso.
Con estos cambios fueron mejorando las herramientas que el hombre utilizaba, ya no sólo servían para facilitar la adaptación sino para complacer al hombre; este desarrollo tecnológico le comienza a brindar al hombre placer.
El desarrollo de la ciencia va de la mano de la evolución tecnológica, ya la evolución estaba presente en todo, se inventaron los aviones, los trenes, los computadores, los teléfonos celulares, los radios (que después se convertirían en ipod), se pasó del caset al cd, etc.
Ha habido un sinfín de evoluciones en cuanto a la tecnología, ya ésta nos afecta en todo, no somos capaces de vivir sin ella, nos ha vuelto unos seres dependientes, sobre todo porque entramos a la “era portátil”, donde podemos llevarla a donde queramos, no tenemos que estar sin ella ni un segundo del día, esto nos ha hecho olvidar de lo natural, lo más hermoso de la creación.
La tecnología que un comienzo nos ayudó a pensar, ahora nos destruye el pensamiento, ya que ni siquiera nos tenemos que esforzar para nada, porque todo lo encontramos con sólo hundir un teclado, pero somos nosotros mismo, los seres humanos los que hemos ocasionado este desastre que nos ayuda romper fronteras, pero nos atrofia la memoria, unas por otras.
No sólo hemos dejado de utilizar ciertas neuronas del cerebro, también estamos destruyendo lo más preciado, lo más lindo, la naturaleza, cada vez le quitamos más espacio a ella para poder construir edificios, cada vez tumbamos más árboles para hacer más papel, cada vez le quitamos más aire para poder manejar.
Pero los avances tecnológicos nos van a jugar una mala pasada, porque desde ya estamos pagando las consecuencias que nosotros mismo hemos ocasionado, ya que somos nosotros mismos lo que al fin y al cabo nos estamos quitando aire, somos nosotros los que a cada rato tenemos virus por los constantes cambios de clima, porque aunque la naturaleza no habla, si se expresa y es ella quien tiene la fuerza sobre nosotros.