Por: María Clara Alzate Arango
El periodismo siempre ha sido una profesión permeable a críticas, desprecio y censura; ha sido una profesión de la que la gente especula sobre su importancia o sobre quienes la ejercen: "que no sirve para nada", "que estudie mejor medicina", "que no va a conseguir empleo", "que es para personas que no les gusta hacer nada"... Sin embargo, el periodismo es uno de los medios más importantes para el desarrollo de una cultura y comenzó en nuestro territorio gestionando ideas para lograr la independencia en 1790.
Desde ese entonces, nuestra profesión (mi profesión) ha ido de la mano de la historia, fiel ejemplo de esto fue un libro que publicó un reconocido periódico de Medellín, en donde se recolectan las primeras páginas más importantes que ha publicado desde 1914 hasta el 2007. Allí pude darme cuenta de como nuestro país tiene un proceso de "círculo vicioso", siempre ha estado la guerra demarcando el camino, las masacres y secuestros han sido los hechos más relevantes por más de tres cuartos de la edición completa. Pero ese no es el punto, el punto es que gran parte de la sociedad no reconoce al periodismo y a los medios de información como vitales para el desarrollo cultural y social.
Por eso algunos pocos se han encargado de censurar nuestros medios de información, llevándolos siempre de la mano del Gobierno, por lo que éstos pierden autonomía y se convierten en simple mercancía que se distribuye.
Otro caso que ha demeritado la importante labor del periodista y de su profesión es que en Colombia, específicamente, han tornado al periodismo en entretenimiento, es decir, se muestra lo que la gente quiere ver, por lo tanto las páginas de los diarios están llenas de banalidades, en muchos casos siendo lo más importante, saber que actores se volvieron pareja durante el año, por ejemplo.
“Cada pueblo tiene los medios de comunicación que se merece”, bien lo dijo Guillermo “Memo” Ánjel en la conferencia 200 años de Luces y Sombras, realizada en la Universidad Pontificia Bolivariana en marco al día del periodista el pasado 9 de febrero. Nosotros mismos creamos nuestro destino, nosotros mismos decidimos que es más importante la farándula que la realidad colombiana.
Pues queda recordar una bella frase que mencionó el profesor e historiador Ramón Maya “si no hay historia no hay memoria, si no hay memoria no hay identidad, si no hay identidad no hay Estado”.
Desde ese entonces, nuestra profesión (mi profesión) ha ido de la mano de la historia, fiel ejemplo de esto fue un libro que publicó un reconocido periódico de Medellín, en donde se recolectan las primeras páginas más importantes que ha publicado desde 1914 hasta el 2007. Allí pude darme cuenta de como nuestro país tiene un proceso de "círculo vicioso", siempre ha estado la guerra demarcando el camino, las masacres y secuestros han sido los hechos más relevantes por más de tres cuartos de la edición completa. Pero ese no es el punto, el punto es que gran parte de la sociedad no reconoce al periodismo y a los medios de información como vitales para el desarrollo cultural y social.
Por eso algunos pocos se han encargado de censurar nuestros medios de información, llevándolos siempre de la mano del Gobierno, por lo que éstos pierden autonomía y se convierten en simple mercancía que se distribuye.
Otro caso que ha demeritado la importante labor del periodista y de su profesión es que en Colombia, específicamente, han tornado al periodismo en entretenimiento, es decir, se muestra lo que la gente quiere ver, por lo tanto las páginas de los diarios están llenas de banalidades, en muchos casos siendo lo más importante, saber que actores se volvieron pareja durante el año, por ejemplo.
“Cada pueblo tiene los medios de comunicación que se merece”, bien lo dijo Guillermo “Memo” Ánjel en la conferencia 200 años de Luces y Sombras, realizada en la Universidad Pontificia Bolivariana en marco al día del periodista el pasado 9 de febrero. Nosotros mismos creamos nuestro destino, nosotros mismos decidimos que es más importante la farándula que la realidad colombiana.
Pues queda recordar una bella frase que mencionó el profesor e historiador Ramón Maya “si no hay historia no hay memoria, si no hay memoria no hay identidad, si no hay identidad no hay Estado”.
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