domingo, 21 de febrero de 2010

Una sociedad banal e infiel

Por María Clara Alzate Arango


Desde hace dos meses el mundo tuvo una "noticia" más de que hablar, el boom salió a la luz pública cuando una mujer, al parecer en busca de dinero o reconocimiento, comenzó a hablar de las infidelidades del golfista más famoso de la década, Tiger Woods. Y sí, fue la noticia principal de revistas y periódicos, fue primera página de centenares de medios de comunicación, incluso en los titulares de las noticias televisivas la difundieron como general, no de "entretenimiento" o cultural.

Qué ironía, que circo. Héctor Abad Faciolince, uno de los escritores más reconocidos del periodismo colombiano, escribió un artículo completo en El Espectador sobre dichas infidelidades y la enfermedad sexual del golfista, él mismo reflexiona sobre lo banal que es la sociedad actual, que teniendo millares de problemas sociales, militares, culturales, etc., sigue teniendo tanta relevancia la vida privada de un personaje público, que claramente el problema era entre su esposa y él o de qué manera afecta sus 17 infidelidades (eso dicen) en el problema actual de Colombia con la reforma de la salud. Nada. Tampoco en nada afecta a la guerra que sostiene Estados Unidos con Irak, problemas realmente importantes.


El artículo, Faciolince muestra cierto sarcasmo, incluso algunas expresiones me parecieron toscas, como “las infidelidades conyugales de Woods están siendo tratadas como una perversión (algo así como violar niñas de seis años)”, un poco exagerado, o “Lo que uno se pregunta es cómo hará Tiger Woods, sin ambiciones, para no perder la gana de meter la bolita en el huequito con los menos golpes posibles del palo, y no me detengo en los simbolismos sexuales que podría tener el juego del golf, con las obvias recompensas (en ofertas femeninas) que reciben siempre los triunfadores en cualquier ámbito de la vida humana”, que teniendo sentido y hasta gracia es un poco despectivo.


Pero en general el artículo tiene razón, cómo es que creemos que es tan importante la vida privada del otro, cómo es que en un mundo tan desarrollado como el nuestro hay tan poca intelectualidad, realmente no es gracioso ver a un famoso golfista casi llorar en frente de las cámaras, pidiendo disculpas a una sociedad entera, cuando su esposa quizá ni estuviera la rueda de prensa, mientras que en otro canal se pasan imágenes de la situación de Haíti que tras un mes y medio del terremoto no se ve esperanza de un futuro mejor entre sus habitantes.

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